Hay un punto en la vida en que la tierra llama, aunque a mi me sucede bien seguido aún estando en ella. No me refiero a extrañarla sino a remecerte por instantes. Tiene que ver con olores, melodías, acentos y otras personas.
Supongo que la bandera es la representación hecha trapo de mi tierra: sangre, cielo y mar.
Y qué soy más que eso mismo? Me identifico con eso, amo eso. No le llamo país, le llamo hogar, le llamo septiembre y me emociona.
En este mismo instante un nudo en la garganta me dificulta el respirar, y no es porque esté escuchando cueca o porque me estén hablando en chileno, sino porque escucho a Ella y Luis y se me viene a la mente las mañanas en la Villa, después del desayuno y mi Sonchi con sus pantuflas pensando en el almuerzo. Eso es mi bandera y si la veo flamear claro que girtaré y me resurgirán las chabacanerías del C - H - I ...!!! Y es que hasta la gringa Ashley lo vitorea.
El amor está en mi bandera, el amor que me espera y la amistad también la pillo por esos lados de trapos colorados y más que las promesas: las ilusiones, esas en que no sólo yo creo.
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